Me he quedado dormido mientras la ebriedad dominaba las palabras que los demás escuchaban, sólo quería volver a mirar tras sus ojos, me escondí lejos casi llegando a la cima de un cerro, estaba oscuro pero los arboles poco a poco fueron convirtiendose en un refugio que envolvía miedo y seguridad, yo solo llevaba mi mano sangrando, me recosté mirando el cielo mientras las hojas secas comenzaban a crugir en mis oídos, todo comenzaba a dar vueltas, conversaba con alguien y sólo podía oirme, tras las nubes podía observar como el pasado comenzaba a recordarme sucesos en que solo quedaba huir y agarrar algunas cosas para poder palpar, fué como una canción que iba quebrando cada uno de los espejos que se esconden dentro de mí, cerré los ojos un momento, los bichos invertebrados pedían auxilio, dos pasos y me doblaría por completo.
La rabia se escuchaba como un remolino, lleno de gritos desde la ventana, dentro de una planta, se escondía y no podía encontrarle, quise volverme tan sensible como el, llevar esa carga para soñar y hablar con los duendes. Recordé su sonrisa, el olor de su casa, las paredes ralladas, los mensajes, la falta de ortografía, las miradas entre la gente, las copas llenas y las lagrimas que guardaba en mi hombro. Me sentí vacío, imbesil y sin él, quise encontrarlo pero las luces de la ciudad ya se habían apagado, agarché la mirada, como buscando algo en el suelo... apreté bien los dientes y seguí caminando.
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