caminè sosteniendo el tè con pasos tranquilos, undì los dedos contra el suelo, casi de puntas lleguè y encendì un cigarrillo. la mùsica comenzò a sonar, cerrè los ojos para pensar en algo...
se quedò de repente el silencio, dentro, 59 kilos entre los carros y trenes que recorren las venas, se suman màs de mil quinientos muertos enterrados a un costado,las veces que solìa caminar por aquellos senderos, me quedaba observando sus cuerpos, sentìa la mirada perdida, el corazòn se colaba por el ojo de una aguja, de a poco comenzaba su impulso para entrar ràpido, mirè entre los espejos mientras se acercaba lentamente capturando la sonrisa de la gente, sonidos alrededor, se impregnan entre la tela de memoria, me abraza al soñar y comienzo de nuevo a huir, señales de miedo, caos, me quedè vacìo escuchando el reloj, sostube el pincel haciendo unas largas rayas en la tierra, sentì abrazar un dolor al inhalar, sonreì, bajè el vidrio para que el viento me dejara ciego pero conseguì volar nuevamente, lleguè a un bosque, fotografìas del cielo, es hermoso, algodones, màs pastillas, gasa, sangre, agujas, sin darme cuenta estaba pensando en quedarme quieto, dejar que me deje, dejar de insistir, caì en una boleta de botillerìa, la señora sonreìa a cada segundo, crucè la calle y me sentè a ver los autos, tomè el pulso para saber si estaba vivo, sentì su respiraciòn, saquè las telas que se ahogaron con detergente, las fui colgando en un àrbol, me undì en el agua, abrì los ojos y no se oìa nada, me sumerì con los peces, estaba congelàndome. al volver ya se habìa acabado el licor, los autos habìan desaparecido, volvì a casa, 57 kilos.
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