lunes, 25 de octubre de 2010

Joven

El sol se posaba sobre mi espalda, estabas ahí y mis palabras solían esconderse.
De repente comencé a arrastrar las olas que se oían desde lo lejos, el mientras hablaba del dolor y sentí miedo de no poder soportarlo… entre la gente lograba observar su rostro obsesivo de placeres que se ocultan entre pensamientos. Dulces gotas de sufrimiento que saboreo en mis ratos libres, donde todo corre y llega a un punto donde estalla.
Me quedo observando las estrellas que rodean su cabeza, sus manos pesadas que me esperan en algún lugar, su sonrisa cálida, imperdonable de aquella situación me aleje de la angustia, un nuevo motivo para celebrar al caer la luz, mirar el cielo y sentirme vacio… desde aquella despedida ya nadie observa los pequeños gestos que me hacen pedir, hablar, comenzar, empezar, determinar, fingir… el miedo que me provoca la gente y la duda.
Me escapo bien lejos, me quedo en un plan donde suela arrojar mi sobredosis, adormecido me fui sobre la espalda de aquel colectivo, avanzando carreteras nuevas, contando los postes de luz, de repente imagino cómo sería abandonarme. Como es… arrojar esta mitad reprimida desde un punto lejano, apuntar hacia un lugar hermoso para que la cuide mientras me encuentro ausente. Jamás ha sido tentador, sostener su cuerpo y hundirnos bajo tierra, pudrirnos con el sol y evaporarnos hacia lo alto.

Stick

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